miércoles, 1 de agosto de 2012

Tensión no resuelta


En todas las jornadas de inversión centradas en Chile a las que he asistido, siempre se resalta que esta nación es el país mas estable de Latinoamérica. De hecho así lo demuestran las estadísticas, el sistema legal, historia y los actos del gobierno chileno.

Puedes ser un traficante de drogas, pero debes tener tu RUT (Rol Único Tributario), obligaciones fiscales al día y una fachada de honorabilidad, entonces todo estará en orden. Una vez,  desconcertado con esta mentalidad, pregunté a un español con intereses en Chile, hasta que punto llegaba este espíritu legalista. Su enigmática respuesta me animaba a Preguntar porque no existió el divorció hasta hace escasamente 6 años. Así lo hice y efectivamente, las apariencias son mas importante que el fondo, pero sobre esto se hablará en otra entrada.

Esta actitud contrasta fuertemente con la vecina Argentina, embarcada en la cancelación de contratos a voluntad, como el suministro de gas a Chile (y la consecuente carbonización de la matriz energética chilena), privatizaciones fallidas, cancelación de convenios de doble imposición con países como España y Chile y lo que vaya en contra del gobernante de turno, ahora CK.

A pesar de este respeto al orden establecido, existen indicios de una tensión no resuelta, de que una importante parte de la sociedad no está de acuerdo con el lento incremento de la renta per capitat, ni la desigualdad imperante, manifestaciones violentas en la Alameda O´Higgins, policía de aspecto "rudo", reinvidicaciones de "la comunidad indígena", y un sinfin de colectivos que piensan no son tratados como merecen por el conjunto.







En este contexto visité por segunda vez el barrio de París-Londres, lugar  de aspecto europeo junto a la Iglesia San Francisco (la mas antigua). Aquí se situó la antigua sede del partido socialista, confiscada por Mi general y utilizada como centro de detención en los primeros años de plomo de la dictadura.

La verdad es que me impresionó el ambiente, sobre todo viniendo en un país donde no pasamos página de forma limpia y sana con nuestro pasado similar.

Observando los adoquines dedicados a las victimas, pensaba en lo ridículo que pueden llegar a ser los dictadores, llegando al punto de suprimir el número 38 de la calle Londres, como forma de encubrir lo que pasaba o había pasado:





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